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V. GUERRA Y PAZ

La guerra, que ha existido desde la aparición de la propiedad privada y las clases, es la forma más alta de lucha para resolver las contradicciones entre clases, naciones, Estados o grupos políticos, cuando estas contradicciones han llegado a una determinada etapa de su desarrollo.

Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China (diciembre de 1936) Obras Escogidas, t. I.

La guerra es la continuación de la política. En este sentido, la guerra es política, y es en sí misma una acción política. No ha habido jamás, desde los tiempos antiguos, ninguna guerra que no tuviese un carácter político. (...)

Pero la guerra tiene sus características peculiares, y en este sentido, no es igual a la política en general. La guerra es la continuación de la política por otros medios. Cuando la política llega a cierta etapa de su desarrollo, más allá de la cual no puede proseguir por los medios habituales, estalla la guerra para barrer el obstáculo del camino. (...) Cuando sea eliminado el obstáculo y conseguido nuestro objetivo político, terminará la guerra. Mientras no se elimine por completo el obstáculo, la guerra tendrá que continuar hasta que se logre totalmente el objetivo. (...) Se puede decir entonces que la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con derramamiento de sangre.

Sobre la guerra prolongada (mayo de 1938), Obras Escogidas, t. II.

La historia demuestra que las guerras se dividen en dos clases: las justas y las injustas. Todas las guerras progresistas son justas, y todas las que impiden el progreso son injustas. Los comunistas nos oponemos a todas las guerras injustas, que impiden el progreso, pero no estamos en contra de las guerras justas, progresistas. Los comunistas, lejos de oponernos a estas últimas, participamos activamente en ellas. En cuanto a las guerras injustas, la Primera Guerra Mundial es un caso en que ambos bandos pelearon por intereses imperialistas; por lo tanto, los comunistas del mundo entero se opusieron resueltamente a ella. La forma de combatir una guerra de este tipo es hacer cuanto se pueda por prevenirla antes de que estalle y, si llega a estallar, oponer la guerra a la guerra, oponer la guerra justa a la guerra injusta, siempre que ello sea posible.

Ibíd.

En la sociedad de clases, las revoluciones y las guerras revolucionarias son inevitables; sin ellas, es imposible realizar saltos en el desarrollo social y derrocar a las clases dominantes reaccionarias para que el pueblo conquiste el Poder.

Sobre la contradicción (agosto de 1937), Obras Escogidas, t. I.

La guerra revolucionaria es una antitoxina, que no sólo destruirá el veneno del enemigo, sino que también nos depurará de toda inmundicia. Toda guerra justa, revolucionaria, está dotada de una fuerza inmensa, capaz de transformar muchas cosas o abrir el camino a su transformación. La guerra chino-japonesa transformará a China y al Japón. Siempre que China persista en la Guerra de Resistencia y en el frente único, el viejo Japón será convertido en un nuevo Japón, y la vieja China, en una nueva China, y tanto en China como en el Japón hombres y cosas se transformarán en el curso de esta guerra y después de ella.

Sobre la guerra prolongada (mayo de 1938), Obras Escogidas, t. II.

Todos los comunistas tienen que comprender esta verdad: El Poder nace del fusil.

Problemas de la guerra y de la estrategia (6 de noviembre de 1938), Obras Escogidas, tomo II.

La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la tome del Poder por medio de la fuerza armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra. Este principio marxista-leninista de la revolución tiene validez universal, tanto en China como en los demás países.

Ibíd.

Sin la lucha armada, en China no habrá lugar para el proletariado, ni para el pueblo, ni para el Partido Comunista, y la revolución no podrá triunfar. Es en medio de guerras revolucionarias que nuestro Partido se ha desarrollado, consolidado y bolchevizado en los dieciocho años pasados; sin la lucha armada, el Partido Comunista no habría llegado a ser lo que es hoy. Ningún camarada del Partido debe olvidar jamás esta experiencia que hemos pagado con sangre.

Presentación de 'El Comunista' (4 de octubre de 1939), Obras Escogidas, t. II.

Según la teoría marxista del Estado, el ejército es el principal componente del Poder estatal. Quienquiera que desee tomar el Poder estatal y retenerlo, tiene que contar con un poderoso ejército. Cierta gente nos ridiculiza calificándonos de partidarios de la teoría de la omnipotencia de la guerra. Sí, somos partidarios de la teoría de la omnipotencia de la guerra revolucionaria; eso no es malo; es bueno, marxista. Con sus fusiles, los comunistas rusos crearon el socialismo. Nosotros crearemos una república democrática. La experiencia de la lucha de clases en la era del imperialismo nos demuestra que sólo mediante la fuerza del fusil la clase obrera y las demás masas trabajadoras pueden derrotar a la burguesía y la clase terrateniente armadas; en este sentido cabe afirmar que sólo con el fusil se puede transformar el mundo entero.

Problemas de la guerra y de la estrategia (6 de noviembre de 1938), Obras Escogidas, tomo II.

Somos partidarios de la abolición de la guerra; no deseamos la guerra. Pero la guerra sólo se puede abolir mediante la guerra. Para acabar con los fusiles, se debe empuñar el fusil.

Ibíd.

La guerra, ese monstruo de matanza entre los hombres, será finalmente liquidada, en un futuro no lejano, por el progreso de la sociedad humano. Pero sólo hay un medio para eliminarla: oponer la guerra a la guerra, oponer la guerra revolucionaria a la guerra contrarrevolucionaria, oponer la guerra revolucionaria nacional a la guerra contrarrevolucionaria nacional y oponer la guerra revolucionaria de clase a la guerra contrarrevolucionaria de clase. (...) Cuando la sociedad humana llegue a una etapa en que sean eliminados las clases y los Estados, ya no habrá guerras, contrarrevolucionarias o revolucionarias, injustas o justas. Esa será la era de la paz eterna para la humanidad. Al estudiar las leyes de la guerra revolucionaria partimos de la aspiración a eliminar todas las guerras. He aquí la línea divisoria entre nosotros, los comunistas, y todas las clases explotadoras.

Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China (diciembre de 1930 Obras Escogidas, t. I.

Nuestro país y los demás países socialistas necesitan la paz; también la necesitan los pueblos de todos los países del mundo. Los únicos que ansían la guerra y no quieren la paz son los grupos del capital monopolista del puñado de países imperialistas, que se enriquecen con la agresión.

Discurso de apertura en el VIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China. (15 de septiembre de 1956).

Para lograr una paz duradera en todo el mundo debemos continuar desarrollando nuestra amistad y colaboración con todos los países hermanos del campo socialista y reforzar nuestra unidad con todos los países amantes de la paz. Tenemos que esforzarnos por establecer relaciones diplomáticas normales, sobre la base del respeto reciproco a la integridad territorial y a la soberanía de la igualdad de derechos y del provecho mutuo, con todos los países que deseen vivir en paz con nosotros. Tenemos que prestar activo apoyo al movimiento de liberación e independencia nacionales en los países de Asia, Africa y América Latina, así como al movimiento por la paz y a las luchas justas de todos los países del mundo.

Ibíd.

En cuanto a los países imperialistas, debemos unirnos también con sus pueblos y esforzarnos por coexistir pacíficamente con estos países, comerciar con ellos y conjurar toda posible guerra. Sin embargo, de ningún modo debemos abrigar ideas ilusorias respecto a ellos.

Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo (27 de febrero de 1957).

Deseamos la paz. Sin embargo, si el imperialismo se empeña en desencadenar una guerra, no tendremos otra alternativa que tomar la decisión de combatir hasta el final y reemprender después nuestra construcción. Si se teme la guerra todos los días, qué hacer cuando ésta finalmente se produzca? Primeramente, he dicho que el viento del Este prevalece sobre el viento del Oeste y que la guerra no estallará, y ahora agrego esta explicación acerca de la situación que surgirá en caso de estallar la guerra. De este modo, ambas posibilidades han sido tomadas en cuenta.

Intervención en la Conferencia de Representantes de los Partidos Comunistas y Obreros de Moscú (18 de noviembre de 1957).

En todos los países se discute ahora si estallará o no una tercera guerra mundial. Frente a esta cuestión, también debemos estar espiritualmente preparados y examinarla de modo analítico. Estamos resueltamente por la paz y contra la guerra. No obstante, si los imperialistas insisten en desencadenar una guerra, no debemos sentir temor. Nuestra actitud ante este asunto es la misma que ante cualquier otro desorden: en primer lugar, estamos en contra, en segundo, no lo tememos. Después de la Primera Guerra Mundial apareció la Unión Soviética, con doscientos millones de habitantes; después de la Segunda Guerra Mundial surgió el campo socialista, que abarca a novecientos millones de seres. Puede afirmarse que si, a pesar de todo, los imperialistas desencadenan una tercera guerra mundial, otros centenares de millones pasarán inevitablemente al lado del socialismo, y a los imperialistas no les quedará ya mucho espacio en el mundo; incluso es probable que se derrumbe por completo todo el sistema imperialista.

Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo (27 de febrero de 1957).

Provocar disturbios, fracasar, volver a provocar disturbios, fracasar de nuevo, y así hasta la ruina: ésta es la lógica de los imperialistas y de todos los reaccionarios del mundo frente a la causa del pueblo, y nunca marcharán en contra de esta lógica. Esta es una ley marxista. Cuando decimos que el imperialismo es feroz, queremos decir que su naturaleza nunca cambiará, que los imperialistas nunca dejarán de lado sus cuchillas de carnicero ni se convertirán jamás en Budas, y así hasta su ruina.

Luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo volver otra vez a luchar, y así hasta la victoria: ésta es la lógica del pueblo, y él tampoco marchará jamás en contra de ella. Esta es otra ley marxista. La revolución del pueblo ruso siguió esta ley, y la ha seguido también la revolución del pueblo chino.

Desechar las ilusiones, prepararse para la lucha (14 de agosto de 1949), Obras Escogidas, t. IV.

La victoria de ningún modo debe hacernos relajar la vigilancia ante las frenéticas maquinaciones de los imperialistas y sus lacayos, que tratan de tomar venganza. Quienquiera que relaje la vigilancia quedará desarmado políticamente y se verá reducido a una posición pasiva.

Discurso pronunciado en la Reunión Preparatoria de la Nueva Conferencia Consultiva Política (15 de junio de 1949), Obras Escogidas, t. IV.

Los imperialistas y sus lacayos, los reaccionarios chinos, no se resignarán a su derrota en esta tierra nuestra.

Seguirán confabulándose para combatir al pueblo chino por todos los medios posibles. Por ejemplo, enviarán subrepticiamente sus agentes a nuestro país para sembrar discordias y provocar disturbios. Eso es indudable; jamás se olvidarán de hacerlo. Otro ejemplo: los imperialistas instigarán a los reaccionarios chinos, e incluso les brindarán el concurso de sus propias fuerzas, para bloquear los puertos de China. Esto lo harán siempre que les sea posible. Además, si aún ansían aventuras, enviarán parte de sus tropas a invadir u hostigar nuestras zonas fronterizas, cosa que tampoco es imposible. Todo esto debemos tenerlo plenamente en cuenta.

El mundo progresa y el futuro es brillante; nadie puede cambiar esta tendencia general de la historia. Debemos realizar entre el pueblo una propaganda constante sobre los progresos del mundo y su futuro luminoso, para que adquiera confianza en la victoria.

Sobre las negociaciones de Chungching (17 de octubre de 1945). Obras Escogidas, t. IV.

Los mandos y combatientes del Ejército Popular de Liberación de ningún modo deben relajar ni en lo más mínimo su voluntad de combate; toda idea que tienda a relajar la voluntad de combate o a subestimar al enemigo, es errónea.

Informe ante la II Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VII Congreso Nacional del Partido Comunista de China (5 de enero de 1949), Obras Escogidas, t. IV.