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X. LA DIRECCION DE LOS COMITES DEL PARTIDO

El sistema de comités del Partido es una importante institución partidaria que garantiza la dirección colectiva e impide que una solo persona acapare la gestión de los asuntos. Recientemente, se ha averiguado que en algunos organismos dirigentes (desde luego, no en todos) es práctica habitual que una sola persona acapare la gestión de los asuntos y resuelva los problemas importantes. En lugar de hacerlo la reunión del comité del Partido, una sola persona decide la solución de los problemas importantes, y los miembros del comité están allí únicamente para cubrir las formalidades. Las divergencias entre los miembros del comité no logran resolverse y se dejan pendientes por largo tiempo. Los miembros del comité del Partido mantienen entre sí una unidad sólo formal, y no real. Hay que cambiar esta situación. En adelante, es necesario establecer un sano sistema de reuniones del comité del Partido en todas partes, desde los burós del Comité Central hasta los comités de prefectura del Partido, desde los comités de frente hasta los comités de brigada, así como en los órganos del Partido de las zonas militares (subcomisiones de la Comisión Militar Revolucionaria o grupos dirigentes) y en los grupos dirigentes del Partido en los organismos gubernamentales, organizaciones populares, agencia de noticias y periódicos. Todos los problemas de importancia (no, desde luego, los problemas"insignificantes ni aquéllos cuya solución, ya discutida y acordada en las reuniones, sólo necesita ponerse en práctica) deben someterse al comité para su discusión, de modo que los miembros del comité presentes expresen sin reservas su opinión y lleguen a claras y precisas decisiones, que luego serán ejecutadas por los miembros correspondientes. (...) Las reuniones del comité del Partido deben ser de dos clases, que no hay que confundir: reuniones del comité permanente y sesiones plenarias. Además, es necesario cuidar que entre la dirección colectiva y la responsabilidad personal no se exagere una de ellas desatendiendo la otra. En el ejército, los jefes tienen derecho a tomar decisiones de urgencia durante las operaciones y cuando las circunstancias lo exigen.

Sobre el fortalecimiento del sistema de comités del Partido. (20 de septiembre de 1948), Obras Escogidas, t. IV.

El secretario de un comité del Partido debe saber actuar como un buen jefe de escuadra. Un comité del Partido tiene de diez a veinte miembros; es como una escuadra del ejército, y el secretario, como el jefe de la escuadra. Por cierto, no es fácil dirigir bien esta escuadra. Cada buró o subburó del Comité Central dirige actualmente una vasta región y asume tareas muy pesadas. Dirigir no significa tan sólo decidir la orientación general y las medidas políticas específicas, sino también establecer los métodos de trabajo correctos. Aun cuando sean correctas la orientación general y las medidas políticas específicas, pueden surgir complicaciones si se desatienden los métodos de trabajo. Para cumplir su tarea de dirección, un comité del Partido debe apoyarse en los hombres de la escuadra y hacerles desempeñar plenamente su papel. Para ser un buen jefe de escuadra, el secretario debe estudiar mucho e investigar a fondo. Al secretario o subsecretario le será difícil dirigir bien a los hombres de la escuadra si no se preocupa de realizar una labor de propaganda y organización entre ellos, si no sabe mantener buenas relaciones con los miembros del comité ni estudia cómo conducir con éxito las reuniones. Si los hombres de la escuadra no marchan a compás, que ni piensen en dirigir decenas de millones de personas en el combate y en la construcción! Claro está que las relaciones entre el secretario y los miembros del comité se fundan sobre el principio de que la minoría debe someterse a la mayoría y, por lo tanto, difieren de las relaciones entre un jefe de escuadra y sus hombres. Decimos esto sólo a modo de analogía.

Métodos de trabajo de los comités del Partido (13 de marzo de 1949), Obras Escogidas, t. IV.

Colocar los problemas sobre la mesa. Esto lo deben hacer no sólo el jefe de la escuadra, sino también los miembros del comité. No se debe hablar a espaldas de la gente. Cuando surge algún problema, hay que celebrar una reunión, colocar el problema sobre la mesa para discutirlo y tomar decisiones, y el problema será resuelto. Si existen problemas y no se colocan sobre la mesa permanecerán sin resolver por largo tiempo y hasta seguirán pendientes durante años. Entre el jefe de la escuadra y los miembros del comité debe haber mutua comprensión. Nada hay más importante que la comprensión, el apoyo y la amistad entre el secretario y los miembros del comité, entre el Comité Central y sus burós, así como entre éstos y los comités regionales del Partido.

Ibíd.

Intercambiar informaciones. Esto quiere decir que los miembros de un comité del Partido deben mantenerse mutuamente informados e intercambiar opiniones sobre los asuntos que hayan llegado a su conocimiento.

Esto es de gran importancia para lograr un lenguaje común. Algunos no lo hacen así y, como los vecinos de que habla Laotsi, no se visitan durante toda la vida, aunque cada uno oye el canto de los gallos y el ladrido de los perros de los otros. El resultado es que carecen de un lenguaje común.

Ibíd.

Consultar a los subordinados sobre lo que no se comprenda o no se conozca, y no expresar con ligereza aprobación o desaprobación. (...) Nunca debemos fingir saber lo que no sabemos; no hay que sentir vergüenza de consultar a los de abajo, por el contrario, debemos escuchar las opiniones de los cuadros de los niveles inferiores. Ser alumno antes de llegar a ser maestro. Consultar a los cuadros de abajo antes de dar órdenes. (...) Lo que dicen los cuadros inferiores puede ser correcto y puede no serlo; es preciso analizarlo. Debemos escuchar las opiniones justas y actuar en concordancia con ellas. (...) Hay que escuchar también las opiniones equivocadas de abajo y es erróneo no prestarles ninguna atención; pero, en vez de seguirlas, es necesario criticarlas.

Ibíd.

Aprender a tocar el piano. Al tocar el piano se mueven los diez dedos; no se puede mover sólo algunos y no los demás. No obstante, si pulsamos el teclado con los diez dedos a la vez, no saldrá ninguna melodía. Para producir buena música, los diez dedos deben moverse de manera rítmica y coordinada. El comité del Partido debe asir firmemente la tarea central y, al mismo tiempo, desplegar en torno a ésta el trabajo en otros terrenos. En la actualidad, tenemos que preocuparnos de muchos campos; debemos atender al trabajo en todas las regiones, unidades militares y departamentos, y no fijar nuestra atención únicamente en algunos problemas, dejando de lado los demás. Dondequiera que haya un problema, tenemos que pulsar la tecla correspondiente: éste es un método que debemos dominar. Algunos tocan bien el piano y otros mal, y hay una gran diferencia entre las melodías que producen unos y otros. Los camaradas de los comités del Partido deben aprender a tocar el piano bien.

Ibíd.

Asir firmemente. Es decir, el comité del Partido no sólo debe asir sus tareas principales sino que las debe asir firmemente. Se puede empuñar algo sólo cuando se lo agarra con firmeza, sin aflojar en lo más mínimo. Asir, pero no firmemente, es lo mismo que no asir. Naturalmente, no se puede empuñar nada con la mano abierta. Tampoco se empuña nada cuando se cierra la mano como para tomar algo, sin apretarla con fuerza. Algunos de nuestros camaradas toman en sus manes las tareas principales, pero no lo hacen con fuerza y, por eso, no pueden realizar un buen trabajo. No asir, no se puede; asir sin firmeza, tampoco.

Ibíd.

Tener las cifras en la cabeza. Es decir, debemos prestar atención al aspecto cuantitativo de una situación o problema y hacer un análisis cuantitativo básico. Toda calidad se manifiesta en una cantidad determinada, sin cantidad no puede haber calidad. Hasta la fecha, muchos de nuestros camaradas todavía no comprenden que deben prestar atención al aspecto cuantitativo de las cosas: las estadísticas básicas, los principales porcentajes y los límites cuantitativos que determinan las calidades de las cosas. No tienen las cifras en la cabeza y, en consecuencia, no pueden evitar errores.

Ibíd.

Bando a la población. Hay que anunciar con anticipación las reuniones; esto es como colocar un bando a la población, para que todo el mundo sepa qué se va a discutir y qué problemas hay que resolver y pueda prepararse con tiempo. En algunos lugares se convocan reuniones de cuadros sin tener listos de antemano los informes ni los proyectos de resolución, y se los improvisa, mal que bien, cuando ya han llegado los participantes; esto recuerda el dicho: Han llegado las tropas y los caballos, pero no está lista la comida ni el forraje. Eso no es bueno. No hay que apresurarse a convocar una reunión si no se ha preparado bien.

Ibíd.

Menos pero mejores tropas, y una administración más simple. Charlas, discursos, artículos y resoluciones, todo debe ser claro y conciso. Del mismo modo, las reuniones no deben ser demasiado largas.

Ibíd.

Prestar atención a unirse en el trabajo con los camaradas cuyas opiniones difieren de las propias. Hay que tener presente este principio tanto en los organismos locales como en el ejército. Esto también se aplica a nuestras relaciones con las personas no pertenecientes al Partido. Hemos venido desde todos los rincones del país y debemos saber unirnos en el trabajo no sólo con los camaradas que comparten nuestras opiniones, sino también con los que sostienen opiniones diferentes.

Ibíd.

Guardarse de la arrogancia. Este es un problema de principio para todo dirigente, y es también una importante condición para mantener la unidad. No deben ser arrogantes ni siquiera quienes no hayan cometido errores graves y hayan logrado grandes éxitos en su trabajo.

Ibíd.

Trazar dos líneas divisorias. Primero, entre la revolución y la contrarrevolución, entre Yenán y Sían*. Algunos no comprenden que es preciso trazar esta línea divisoria. Por ejemplo, cuando combaten el burocratismo, hablan de Yenán como si aquí no hubiera nada bueno, y no hacen la comparación ni la distinción entre el burocratismo en Yenán y el burocratismo en Sían. Cometen así un error fundamental. Segundo, dentro de las filas de la revolución es necesario hacer una clara distinción entre lo justo y lo erróneo, entre los éxitos y las deficiencias, y, además, poner en claro cuál de los dos aspectos es el principal y cuál el secundario. Por ejemplo, representan los éxitos el 30 ó el 70 por ciento? No está bien subestimarlos, tampoco lo está exagerarlos. Hay que evaluar en forma global el trabajo de una persona y establecer si sus éxitos representan el 30 por ciento y sus errores el 70 por ciento, o a la inversa. Si los éxitos llegan al 70 por ciento, el trabajo de dicha persona debe ser aprobado en lo esencial. Sería enteramente incorrecto considerar los errores como lo principal cuando lo son, en realidad, los éxitos. Al examinar los problemas nunca debemos olvidarnos de trazar estas dos líneas divisorias: entre la revolución y la contrarrevolución, entre los éxitos y las deficiencias. Si tenemos presentes estas dos líneas divisorias, las cosas marcharán bien; de otro modo confundiremos la naturaleza de los problemas. Desde luego, establecer bien estas líneas divisorias requiere estudio y análisis cuidadosos. Debemos adoptar una actitud de análisis y estudio hacia cada persona y cada cuestión.

Ibíd.

[* Yenán fue la sede del Comité Central del Partido Comunista de China desde enero de 1937 a marzo de 1947; Sian era el centro de la dominación reaccionaria del Kuomintang en el Noroeste de China. El camarada Mao Tse-tung cita aquí las dos ciudades como símbolos de la revolución y de la contrarrevolución.]

En el plano orgánico, se asegurará la democracia bajo una dirección centralizada. Esto se realizará conforme a las siguientes líneas:

1) Los organismos dirigentes del Partido, a fin de erigirse en auténticos centros de dirección, deben trazar una línea correcta de orientación y encontrar soluciones cuando surgen problemas.

2) Los organismos superiores deben conocer bien la situación de los organismos inferiores y la vida de las masas, a fin de tener una base objetiva para dirigir con acierto.

3) Ningún organismo del Partido, cualquiera que sea su nivel, debe resolver los problemas a la ligera. Toda decisión, una vez adoptada, debe ponerse en práctica con firmeza.

4) Todas las decisiones de alguna importancia de los organismos superiores del Partido, serán transmitidas cuanto antes a los organismos inferiores y a los militantes de filas del Partido. (...).

5) Los organismos inferiores y los militantes de filas del Partido deben discutir en detalle las directivas de los organismos superiores, con el objeto de comprender a fondo su significado y determinar los métodos para llevarlas a efecto.

Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el Partido (diciembre de 1929), Obras Escogidas, t. I.