Los Libros Encendieron una Llama en mí

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Los Libros Encendieron una Llama en mí

Durante el tiempo que crecí en Newark, New Jersey, siempre escuchaba las historias sobre disturbios, los movimientos de base, y los resultados de la vida en las décadas de 1960 y 70. Sin embargo, yo era un joven que sólo se preocupaba por drogarse, estar en pandillas y querer ser reconocido como alguien grande y malo. Y sí, fui reconocido, pero por malas razones. En el año 1999, a la edad de 20 años, fui acusado de asesinato y condenado a 40 años de prisión.

Los primeros años en la prisión todavía me portaba mal, y todavía trataba que me reconocieran como alguien grande y malo. Pero no fue hasta el 2005 que la chispa revolucionaria se encendió por primera vez en mi mente. Todo comenzó cuando fui a reclusión solitaria por una pelea en la que estuve involucrado. Durante el tiempo en reclusión solitaria no tenía nada para leer o cualquier cosa para mantener mi mente ocupada. Así que pasé las horas parado en la puerta gritando y echando maldiciones a los marranos cuando pasaban para la cuenta. Y bueno, creo que mi vecino del costado ya estaba cansado de escuchar mis gritos, así que tocó a mí pared y me preguntó si necesitaba un libro para leer. Entonces le dije, “Sí, porque no.” Me pasó un libro llamado Assata por Assata Shakur. Antes de esto yo nunca había escuchado sobre ella ni leído el libro, pero como no tenía nada mejor que hacer en la reclusión, lo leí.

Mientras leía el libro, pasando hoja tras hoja, la historia de Assata me habló. Sentí y reconocí su lucha. En dos días terminé de leer el libro y ahora fui yo quien tocó la pared de mi vecino, queriendo más para leer. Mi vecino era un hermano mayor y durante el año que pasé en reclusión él siguió dándome libros como, Blood in My Eye (Sangre en mi Ojo), Soul on Ice (Alma sobre Hielo) y otros grandes libros. Mi vecino era un firme partidario de la ideología de la Armada de Liberación Negra y las Panteras Negras. Yo que soy Latino, él también me enseño de gente y grupos como Che Guevara y el partido de Señores Jóvenes. Ahora, en lugar de pasarme horas gritando en la puerta, mi vecino y yo pasábamos horas hablando, construyendo y ayudándome a ser más consciente de mí mismo. Él me ayudó a darme cuenta que mi deseo de querer ser conocido como grande y malo, era sólo esa fuerza egoísta por reconocimiento que a un día me llevaría a darme contra una pared de ladrillo.

Después de que concluyó mi castigo en reclusión solitaria, continué con mis estudios durante la línea principal. Me puse a leer sobre gente como Mahatma Gandhi, Mao Tse-tung, Vladimir Lenin, Joseph Stalin, Marx y muchos más. El andar con pandillas ni siquiera estaba en mi radar. Esa sola chispa se convirtió en una llama, cambiando mi manera de pensar, mi manera de hablar y la manera cómo me comportaba. A lo largo de los años desde ese tiempo, esa llama es ahora un fuego hambriento dentro de mí, como el calor de la tierra encendida. Mi única misión es ayudar a educar a los oprimidos sobre las condiciones políticas y sociales ¡bajo las que nosotros vivimos! Porque cómo mi vecino me enseñó hace mucho tiempo, ¡“Cada uno le enseña a uno!” ¡Poder a la gente!

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